La originalidad de nuevos modelos de financiación para sacar adelante una producción audiovisual o el papel que juegan las plataformas de streaming tanto en el control sobre la IP como en el reparto de beneficios con los creadores de contenido, son algunos de los desafíos a los que se enfrenta a diario nuestra industria audiovisual. Ante estos retos surgen iniciativas novedosas que aportan soluciones alternativas basadas en los últimos avances tecnológicos, suponiendo un win win para todas las partes implicadas.
Es el ejemplo de Flixxo, una plataforma online y gratuita de video bajo demanda especializada en microseries que se define principalmente por dos características: posee una criptomoneda propia, con la que sus usuarios pagan por los contenidos que desean consumir (y que se traduce en beneficios para los creadores); su modelo de distribución combina Blockchain con BitTorrent, de forma que los contenidos no se hospedan en un macro servidor, sino que son los propios usuarios quienes comparten sus series con el resto de la comunidad desde sus ordenadores.
La plataforma ha acuñado el término GVoD para definirse a sí misma: Gamified Video on Demand, es decir, la utilización de esquemas de gamificación para que los suscriptores puedan ganar esas criptomonedas con las que acceder a sus series favoritas. ¿Y cuál es el método principal para adquirir nuevas criptomonedas? Elegir que el visionado de los contenidos incluya publicidad. De esta manera, marcas y anunciantes acceden a un soporte en el que su audiencia desea voluntariamente recibir sus mensajes comerciales, favorecen a los creadores al convertirse en “mecenas” de su creatividad y asocian su imagen solamente con aquellos contenidos y series que hayan seleccionado previamente.
Tras lanzarse en plena pandemia, Flixxo ha dado un paso más allá ideando nuevos patrones de financiación basados en las criptomonedas y NFT (non-fungible token), que no sólo les han permitido costear sus propias series originales, sino que además están utilizando como nuevas vías de ingresos y canales para generar beneficios extras. Un caso de éxito de esto último fue la colección de NFT ligada a la película “La Casa del Caracol”, que lanzamos el año pasado de la mano de Bowfinger International Pictures: a partir de una serie de fotogramas inéditos (no utilizados en el final cut de la cinta) elaboramos un repertorio de NFT paquetizados con el formato de sobres de cromos numerados y de edición limitada, que en su conjunto recreaban una historia paralela al film bajo la apariencia de una fotonovela. El intercambio, compra y venta de estos activos digitales en mercados secundarios hizo pionera a “La Casa del Caracol” en la utilización de nuevas herramientas para la promoción y financiación del cine.
Se abre así un horizonte con numerosas posibilidades por explorar, con nuevos modelos de negocio que regirán la explotación comercial y publicitaria (en términos de product placement, branded content, merchandising y licencias, por mencionar algunos) de los contenidos audiovisuales en el futuro.
Un futuro que ya es presente.
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